Mikel PRIETO
En el artículo anterior trazamos los antecedentes familiares de José Mujica Cordano, Presidente de la República Oriental del Uruguay entre 2010 y 2015 desde su bisabuelo, Francisco Mujica Yeregui, quien en 1842 emigró de Tolosa a Montevideo, remontándonos en el árbol genealógico familiar hasta el siglo XVI. En esta segunda entrega, y para entender mejor el contexto rural del que emerge este linaje, abordaremos la historia del caserío Muxica desde el siglo XVI hasta hoy, para preguntarnos finalmente cómo podría haberse desenvuelto Francisco Mujica Yeregui si, en vez de permanecer en Uruguay, hubiese regresado al País Vasco hacia 1860.
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Cuando deseamos entender el devenir de una familia a través de los siglos resulta provechoso observar la sucesión de poseedores de la casa o casas solares cercanas. En este caso, vemos que 445 años de historia del caserío Muxica se podrían estructurar en cuatro linajes:
Alustiza-Mujika es la familia de los actuales dueños y moradores del caserío Muxica. Los abuelos de Pedro Mari Alustiza, quien hoy nos saluda a la puerta de su vivienda, se mudaron como inquilinos hacia 1900. En la década de 1960 compraron el caserío junto con algunos pertenecidos a sus propietarios de entonces, la familia Garin1.
A su vez los Garin habían incorporado la propiedad en 1721 al casarse Martín Antonio Garin Lassa con Magdalena Lasa Sarasola, descendiente y dueña de Muxica por una herencia familiar que arrancaba al menos desde 1584, fecha en la que Pedro de Lassa reparte sus bienes entre sus tres hijos: Jacobe (recibe la legítima y se casa a otro caserío), Francisco (le corresponde Muxica) y Joan (continua en Lassandi, solar familiar de los Lassa).
El citado Pedro de Lassa en 1565 tenía un hermano llamado Joan (dueño del caserío lindante de Lassa-Erramonategui), y una hermana beata llamada Marina (freira). Sus padres fueron Martín Lassa y María Ynsausti. Una hermana de Martín, Catalina Lassa, se casó con Joan Muxica, dueño del solar de Muxica2 según escrituras de 1555-1565.
Así pues, sería la tía de Pedro Lassa, Catalina Lassa, la que enlazaría mediante matrimonio con Joan Muxica del caserío solar de Muxica a mediados del siglo XVI. Joan aparece entre los vecinos de Astigarreta en una escritura de 1555 posiblemente como representante de su casa solar de Muxica.
Si bien la diversidad de respuestas a esta pregunta es indeterminada, hemos sintetizado cuatro tipos de actuación en función de la suerte que le hubiera deparado su emigración.
Hacia 1839 salió para Cuba Simón Labayen (1825-1871). Allí regentó con fortuna una ferretería y hacia 1860 envió 100.000 reales para la construcción de cuatro fuentes y un lavadero en su pueblo, Albiztur —que recientemente hemos estudiado3—, infraestructuras que una vez finalizadas donó al ayuntamiento. Otro tanto le ocurrió a Fray Mateo Recalde (siglos XVI-XVII). Mandó 500 ducados de oro procedentes de las minas de Potosí para construir la ermita de San Gregorio y otros dineros como dote de matrimonio para varios parientes cercanos. Mateo y Simón hicieron considerables fortunas, fueron grandes bienhechores de Albiztur, pero nunca retornaron a su pueblo: fallecieron en Sevilla, ciudad que concentraba una gran actividad mercantil en manos de vascos.
Algunos ayudaron enormemente a mejorar el estatus de su familia y de sus sucesores invirtiendo sus ganancias en el entorno cercano o en la tierra que les acogió. Como Manuel de Careaga, quien con los caudales hechos en Cuba compró el caserío Muñaburu. Falleció inesperadamente en La Habana en 1867 y su hermana heredó 12.000 reales más el caserío adonde más tarde casó.
Y también muchos vecinos emigrantes emplearon sus ganancias en la mejora de sus casas y caseríos de su pueblo de origen, como Martin Urreta Nekolalde (1579-1623), cantero formado en Valencia por el conocido maestro de la época Agustín Bernardino. Fue uno de los que mejoraron su caserío de Nekolalde, hoy en día en pie y referente importante de la prensa de sidra denominada Viga-lagar, dentro del proyecto de restauración del caserío Igartubeiti (Ezkio-Itsaso) del siglo XVI4.
Los 445 años de historia del caserío Muxica se podrían estructurar en cuatro linajes.
Dejando a un lado las experiencias exitosas de los denominados “indianos” o “americanos”, debemos mirar a la gran cantidad de casos que representan quienes no hicieron las Américas sino que retornaron con lo justo o con unos pequeños ahorros que les valió para probar algún negocio, generalmente en asociación con otro u otros socios. Es así como adquirieron cabezas de ganado vacuno o se introdujeron en el comercio y suministro de bienes de consumo que salían a subasta por parte de los ayuntamientos (vino, aceite, carne...). O que participaron en contrataciones públicas, como hizo el padre de Francisco Mujica Yeregui con la posada de Tolosa o con el contrato anual de alumbrado urbano (citado más arriba).
Volvamos por último al caserío Muxica de Astigarreta y veamos algunos detalles sobre cómo subsistían sus dueños.
En 1660 cuando Miguel Lassa y Maria Sarriegi redactan sus capitulaciones matrimoniales, ella aporta como dote 150 ducados de plata, tres camas cumplidas al uso de la tierra, un arca de guardar ropa, una vaca y tres ovejas. Él aporta como dote la casa de Muxica con sus pertenecidos y la borda anexa también con sus pertenecidos. Esos pertenecidos implican tierras sembradías y baldías (huerta para trigo, mijo, nabo...), manzanales, castañares, robledales y demás heredades (argomales, helechales... todo tenía un uso). En este momento Miguel Lassa acababa de recuperar el caserío de sus padres y antepasados, hipotecado por su padre en 1622.
En cambio, 200 años después, nos encontramos con que los herederos de Muxica mediante las capitulaciones matrimoniales habían aumentado notablemente sus bienes, pasando a ser dueños de varios caseríos (Goicoechea, Leasain, Asuran y Muxica) y de otros terrenos más en Itsaso y Beasain.
La lista de los efectos y muebles de los Garin ante la boda de su hijo Martín Ygnacio Garin Alustiza en 18675, nos da una idea de lo holgadamente que vivían los vecinos del caserío Muxica en fechas en que Francisco Mujica Yeregui podría haber vuelto tras su experiencia uruguaya:
Echamos en falta en este inventario de los Garin de 1867 información sobre otros animales domésticos tan comunes como necesarios para la subsistencia en el caserío: bueyes, caballos, cabras, conejos, gallinas, etc. Pero dado el nivel de bienes de la familia y sabiendo que tenían alguna o varias caserías arrendadas, hemos de suponer que muchos de los trabajos del caserío se los realizarían los vecinos arrendados. Es decir, nos encontramos ante una familia que ha llegado a acumular suficientes bienes como para vivir con comodidad.
Tal no es el caso de los actuales dueños del caserío Muxika, Pedro Mari y Rosario, ya que como otros muchos arrendatarios en Gipuzkoa no se hicieron con el caserío en el que viven hasta la década de 1960. Los dos hermanos que se quedaron en casa tuvieron que trabajar mucho desde niños hasta la jubilación.
Como fuente de ingresos señalaríamos una cantidad considerable de ganado vacuno (para leche y después para carne), la producción maderera de sus bosques y un gran nivel de autosuficiencia en el aspecto alimentario (huerta, animales domésticos, leche, carne, cerdo...) gracias a costumbres ancestrales del caserío: desde el aprovechamiento máximo de todos los pertenecidos del caserío (como se decía, “manteniéndolo como una alfombra”), hasta el uso de la medicina popular.
En una situación de este tipo, su dependencia con respecto altrabajo ha sido total ya que nunca han podido abandonar los quehaceres diarios del caserío. Los animales, la huerta... a todo hay que dedicarle tiempo, siempre debe haber alguien en casa. No hay vacaciones.
Las situaciones expuestas son suficientemente ilustrativas para hacernos una idea del contexto y del abanico de actuaciones que pudo tener ese emigrante que en nuestra imaginación retornase hacia 1860:
a) el americano que regresa pero no a su pueblo;
b) el que vuelve a montar alguna empresa o negocio;
c) el que se hace con bienes y vive de rentas en el pueblo;
d) y el que depende de su trabajo diario.
Diríamos como resumen que, ante una hipotética vuelta al caserío con algo de dinero ahorrado, la vida de Francisco Mujica Yeregui hubiese sido cómoda y tranquila dentro de un modelo económico de auto-subsistencia.
Para finalizar quisiéramos expresar nuestro asombro al ver en los documentales y videos informativos sobre la persona de José Mujica Cordano cómo se relaciona con la tierra y la cultiva como floricultor, cómo aprecia el vivir con lo suficiente, conversar de igual a igual, intervenir con frases cortas y sustanciosas... Valores estos que percibimos en el entorno del caserío vasco que a duras penas ha resistido al tiempo hasta este siglo XXI.
1 Los datos del caserío Muxica desde 1867 hasta la actualidad provienen del registro de la propiedad de Azpeitia.
2 Pleito sobre aprovechamiento de terrenos concejiles de 1550. Y testamento de María Lasa, natural de Astigarreta: Badator. Archivo de la Casa de Alcibar-Jaúregui, 1565.08.07.
3 Prieto, Mikel: Albiztur 1552: Baserriak eta etxeak. S.C. Aranzadi, 2014.
4 Santana, Alberto y otros: Igartubeiti. Un caserío guipuzcoano. Investigación, restauración y difusión. Gipuzkoako Foru Aldundia. Donostia, 2003.
5 Contrato Matrimonial de Martin Ygnacio Garin Alustiza de 1867. Archivo Histórico Provincial de Gipuzkoa: 2-4706, fol. 317r-340r.
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